
Barcelona y Manchester United empataron este jueves (2-2) en un partido vibrante que no fue de Champions League, pero que lo pareció. El Camp Nou acogió un duelo loco, que fue de menos a más y que en la segunda parte llegó a tener a los culés en la cornisa y al United contra las cuerdas en cuestión de minutos.
Los goles de Marcos Alonso y Raphinha equilibraron los de Rashford y Koundé en propia puerta y dejaron la eliminatoria abierta para lo que pueda pasar en Old Trafford, allí donde el Barcelona espera volver a ser feliz en Europa.
El partido comenzó con desconcierto total para el Barcelona. El plan del técnico azulgrana saltó por los aires en apenas unos segundos, el tiempo que tardaron los jugadores del Manchester United en colocarse sobre el inmaculado césped.
Ten Hag sorprendió a todos con Rashford en la posición de falso 9, Weghorst en la medular y Bruno Fernandes como interior, un planteamiento que cogió con el pie cambiado a un Barcelona que cuando se quiso dar cuenta ya llevaba tres sustos en el cuerpo con centros laterales que sobrevolaron el área de Ter Stegen.
Ese arreón inicial no lo supo leer un conjunto que no consiguió reponerse en toda la primera mitad, incapaz de hacerse con el control del choque pese al 4-4-2 con el que pretendía ganar la medular gracias a la presencia de Kessié, Frenkie De Jong, Pedri y Gavi.
Ese dibujo no funcionó en esta ocasión y el Barcelona estuvo a merced del United durante varios intervalos de la primera mitad. Los azulgranas se sintieron ahogados por la presión en campo contrario de su rival y perdieron varios balones en la salida desde atrás que hubieran supuesto un disgusto mayor si Ter Stegen no hubiera intervenido en sendos mano a mano frente a Weghorst y Rahsford y también ante un cabezazo de Casemiro en un balón parado.
El meta alemán salvó a los culés en su peor momento y sostuvo a un equipo que todavía tendría que sobrellevar otro contratiempo más antes del descanso después de que Pedri tuviera que dejar su sitio a Sergi Roberto por problemas musculares en el cuádriceps.
Esa alegría fue efímera. El United ya había encontrado la manera de herir al Barcelona y lo iba a hacer con dos dentelladas propias de un equipo grande. El primer mordisco se lo llevaron los locales en un balón de Fred al espacio que Rashford culminó al primer palo para sorpresa de un Ter Stegen que pudo hacer más. Ahí comenzó el show del 10 mancuniano, que apenas seis minutos después burló la vigilancia de Raphinha, ganó la línea de fondo, y puso un centro envenenado que Jules Koundé terminó por introducir en su propia portería.
El partido de vuelta será el jueves 23 de febrero en Inglaterra en casa del United.