
Los jugadores del Barcelona se marcharon este martes del Giuseppe Meazza con cara de pocos amigos. Tanto los futbolistas como el cuerpo técnico se mostraron indignados con el arbitraje del esloveno Slavko Vincic.
No entendían las decisiones que el colegiado tomó. Interpretan que les perjudicaron y que tuvieron una incidencia directa en el resultado.
Les costó a los azulgranas mantener la compostura en sus comparecencias después del partido. Sabían que cualquier declaración fuera de tono podía salirles cara. Eso sí, dejaron clara su posición.
El partido tuvo varias jugadas polémicas, como los dos fueras de juego del Inter en la primera parte. Uno terminó en gol anulado y el otro en penalti no señalado. Hasta allí, estaba siendo una noche especialmente buena del árbitro. Sin embargo, todo se le complicó en la segunda parte.