El Santiago Bernabéu soñaba con otra noche mágica, pero terminó en silencio. La ilusión de una remontada épica del Real Madrid se desvaneció cuando el Arsenal, con temple y eficacia, selló su pase a Semifinales de la Champions League 2025 con un triunfo 2-1 que dejó un aplastante global de 5-1.

La eliminación no sólo dejó dolor y tristeza, sino por cómo se dio: en casa, ante su gente, y sin mostrar esa garra legendaria que ha distinguido a los blancos en noches europeas.

Un Bernabéu esperanzado que se apagó lentamente

Desde el primer minuto, el ambiente en el coloso de Chamartín fue eléctrico. Los cánticos, las bufandas al aire y el fervor merengue hacían recordar otras noches legendarias. Todos sabían que el 0-3 de la ida era difícil, pero si algún club podía lograrlo, ese era el Real Madrid.

Y por momentos pareció que podría suceder. Courtois detuvo un penal a lo Panenka cobrado por Bukayo Saka, lo que desató la locura en la grada. Era la primera señal de que los dioses del fútbol podrían estar del lado blanco.

Pero esa chispa pronto se fue apagando. Un penal que se marcó a favor del Madrid fue anulado por el VAR tras una supuesta falta sobre Mbappé. El gol que habría encendido la hoguera de la remontada se esfumó con una revisión de pantalla.

El Arsenal no se desesperó. Supo resistir los embates iniciales y aprovechó sus escasas oportunidades. En una jugada precisa, filtraron un balón para Saka, quien no falló frente a Courtois y puso el 1-0, lo que obligaba al Madrid a marcar cuatro goles más.

La reacción merengue vino, pero no por una genialidad colectiva. Fue un error garrafal de William Saliba el que permitió que Vinicius, siempre oportuno, marcara el empate y le devolviera algo de vida al Madrid.

Pero el sueño duró poco. Ya en tiempo de compensación, cuando los blancos iban con todo al frente, llegó el contragolpe mortal. Gabriel Martinelli sentenció el partido al 90+3, enterrando cualquier esperanza y dejando a un Bernabéu enmudecido.

Real Madrid, sin alma ni reacción en su torneo favorito

Lo más doloroso para la afición madridista no fue el marcador, sino la sensación de impotencia. No hubo fútbol, no hubo rebeldía, no hubo ese espíritu competitivo que ha hecho del Real Madrid el máximo ganador de la Champions League.

Ni Mbappé, ni Bellingham, ni Kroos lograron marcar diferencia. El medio campo se vio superado, la defensa errática y la ofensiva desconectada. Solo Courtois y Vinicius mostraron algo de orgullo.

Un golpe duro en el ADN blanco

La eliminación en Cuartos de Final no es cualquier cosa para el Real Madrid. Menos aún cuando ocurre en el Bernabéu y ante un rival que hace más de una década no llegaba tan lejos en Champions. El golpe no solo es deportivo. También es anímico e institucional.

El Arsenal, por su parte, mostró madurez táctica, solidez defensiva y pegada en los momentos clave. Arteta ganó la partida a Ancelotti con un planteamiento práctico pero efectivo.

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